Fue una muerte lenta: primero entró la punta, y luego el puñal entero haciendo escalas.
La hormiga se fue, y el orgullo del césped fue pisoteado por los jugadores de fútbol.
A falta de luna, el perro empezó a aullarle a la gárgola, hasta que ella lo rechazó.
En el día era un cuervo temible, y de noche, le daba sombra a la rosa.
Amaneció con un humor de perros y dio un maullido espantagatos.