Solo debía apretar el gatillo para finalmente vengar a su familia.
Escuchaba el aullido de los lobos pero ya no los entendía, era un hombre, los restos de un hombre.
Terminó la guerra pero solo había lugar para un héroe. Había un arma; lucharon por ella hasta la muerte.
De repente ya no pudo sonreír, el frío paralizó su cuerpo, el cuchillo había entrado y salido en un instante.
Se soprendió de verdad al oír que la víctima sobreviviría. Acarició su revólver, terminaría el trabajo en el hospital.