El caballo corría a través de la selva, solo que no había selva, ni caballo; era un recuerdo hallado en una calavera.
Con una persona al lado, la lluvia se hizo más soportable para el cachorro. Cada día se hizo más soportable.
Se oyó un grito, luego se halló un cadáver. ¿Víctima o héroe?, eso lo decidiría el gobierno de turno.
En su sueño no había dejado sobrevivientes, pero todos seguían vivos cuando llegó a la oficina.
Y cuando finalmente pidió ayuda, nadie pudo brindarle la mano que le faltó para llegar a la cima.