Han entrado varios años en este día, sin arrugas, sin ojeras. Su aroma ya no me trae recuerdos, solo resulta más dulce o ácido que otros. De un momento a otro soltaré su mano y no tendré respuestas para todas sus preguntas. Ella siente el temblor de mi mano como una caricia y sonríe. Yo no. Y empiezan las preguntas que terminarán en despedida.