La inundación finalmente lo despertó. Se sentó, extendió el brazo y, sonriente, empezó a rescatar a sus humanos.
No disfrutaba matar pero le era necesario. Se unió al ejército, pero no murió en la guerra sino durante el entrenamiento
El cubrecama sobrevivió arrebatos de amor y de odio, pero finalmente fue abatido por la nueva marca de detergente.
Era un simple paseo hasta que vio un dinosaurio. Se despertó del susto: su dinosaurio permanecía dormido, enjaulado.
Al final los bailarines no se besaron, y eso rompió el corazón del espectador, quien no abandonó en silencio la sala.

Echaba de menos una publicación tuya, me inquieta el dinosaurio enjaulado. Cerca de donde vivo hay un parque con esculturas de dinosaurios, cualquier día despiertan y se lía…
¡Gracias! He estado bastante ocupado. Hoy intentaré terminar más posts y leer tus microcuentos. ¡Tú estás cada vez más cerca de terminar el Reto 300! 😀
Ya me gustaría… este mes me he despistado un poco, pero intento acelerar jaja. Lo peor es que he perdido la cuenta porque los voy escribiendo donde me pille.