Para escribir se necesita ser único, y muchas veces olvidamos que lo somos.

Olvidamos que somos únicos y creemos que hay una sola realidad, cuando podríamos escribir sobre cualquiera de ellas. La diversidad de realidades alimenta el arte, bien porque deslumbra, o porque pone frente a los ojos las miserias que el poder siempre trata de ocultar.
No se necesita ir a extremos para crear algo significativo. Basta con dejar a un lado palabras como normal, raro. Hay que atreverse a decir las cosas con nuestro propio vocabulario, con las pocas o muchas palabras que sepamos. Con tiempo y práctica, los adjetivos y adverbios comienzan a fluir.
Escribir con nuestras propias palabras es el primer reto literario.