Le dijeron que las alas le quedarían cortas para tanto cielo. Aún así despegó, dirigiéndose al mar.
Guardó el lápiz pero no el dibujo, y a la medianoche, el pequeño monstruo salió a convertir sueños en pesadillas.
Sabía que podía conseguir otro, que de todas formas solo lo había conocido por un día… No pudo despedirse de su cachorro.
Tenía el plan de escape perfecto, y si continuaba adelgazando, muy pronto podría subir por los rayos del sol.
Había sido un gran concierto, espectacular, pero el piano no era suyo, y no podía llevárselo.
