Cuentos compartidos generosamente por su autora. Pueden revisar más textos en su página web.
- Mahoma se corta una manga para no despertar a su gato. Después la barba, una pierna, la cabeza.
- La arena del desierto es insuficiente para los gatos de Mahoma. El profeta vende reliquias para poder pagar aquélla con bicarbonato aromatizado.
- Mahoma distingue el maullido especial de cada uno de sus gatos. La casa del profeta se convierte en una Babel peluda.
- Los creyentes se reúnen en grandes grupos. Abren, al unísono, decenas de empaques de yogur para invocar a los gatos de Mahoma.
- Desde pequeños los creyentes aprenden a reconocer palabras inspiradas por los gatos de Mahoma: almohada, altar, aliméntame-esclavo-humano.
- Los creyentes duermen imitando las extrañas contorsiones de los gatos de Mahoma. Entre ellos, el dolor de espalda es considerado una bendición.
- Los creyentes recolectan granos de arena tocados por las patas de los gatos de Mahoma. El suelo sagrado hace más precisos a los relojes.
- Los creyentes saben la hora dependiendo del sitio donde descansan los gatos de Mahoma. Sacros y peludos relojes de sol, dicen.
- Los creyentes se inclinan cuando bolas de pelo de los gatos de Mahoma pasan girando en el desierto. Su eterno desplazamiento mueve al mundo.
- Los gatos de Mahoma toman extrañas posiciones para dormir. Los creyentes estudian matemáticas complejas para comprender su perfección.