Y después de días de automutilaciones, el robot finalmente sonrió para su difunto dueño.
Cuando se dieron cuenta de que no era una estrella fugaz, fue demasiado tarde.
Retiró la mano a tiempo y se salvó de la caricia.
Pero el pájaro no salió de la hoguera, y nuevamente se reanudó la búsqueda del fénix.
