Cuando retiró los dientes ya era demasiado tarde: esta vez no habría cicatrización. Apresurada, se limpió la boca y se levantó. Sacudió su cabeza mientras amarraba sus zapatos, en seguida saltó por la ventana. Él permaneció sobre el lecho, alucinando si la mordedura fue o no un sueño. O todo lo anterior: sus vuelos coloridos en buses solitarios, las faunas de bonsái visitadas, las aventuras submarinas de un charco, colonizaciones extraterrestres, arco iris recién llovidos… Y junto a la ventana caía una salada lluvia.