Cuando abrí los ojos me sentí acurrucado y húmedo. Había algo rozando mi espalda. Algo tibio. Apenas contuve las ganas de gritar; me tranquilicé al reconocer las paredes y el suelo de mi cuarto. Pensé, si una persona está en mi cama, no debe ser extraña, y yo la dejé entrar. No obstante, era probable que se haya colada a mi cama en el transcurrir de la noche. Poco probable, bastante gracioso; un extraño deslizándose sobre mi piso repleto de obstáculos. Pensé, si doy vuelta, y no nos reconocemos, sé por dónde escapar. Me moví cuidando no despertarla. Puse mi vista a la altura de su nuca. Eso no me servía para nada. Una corriente de aire empezó a filtrarse desde alguna rendija, y empezó a deshacer la habitación con un siseo. Cuando empecé a borrarme, abrí nuevamente los ojos tras sentir un fuerte pellizco. Deebes irte loco, lo dejé esperando en el cuarto, y no quiero que se vaya.
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Me gusto la manera de escribir que tenes,es realmente buena,y no pasa desapercibida la manera en que con pocas oraciones captas la atención del lector 🙂
Gracias por los comentarios en mis entradas…
Ojala,el miedo se comporte como un aviso,a que todavía siento algo.
Un beso!