Qué clase de hombre seré que, al lavar estos platos, me lamenta la falta de audiencia. Ninguna mirada sigue los movimientos de mis manos, y nadie más que yo revienta mis esporádicas burbujas. Mientras friego, pienso ¿por qué gano lo mismo que el anterior lavaplatos? Hace días que pienso pedir un aumento, pero mis manos recuperan su voluntad cuando abandono la cocina y me acerco al jefe, y empiezan a abofetearlo.
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¡Estupendo relato y estupendo final! Un saludo.
¡Qué bueno que te haya gustado! Lo escribí hace años y creo que en 2018 haré más cuentos de cocina. Hasta podría contar mi experiencia haciendo ramen. Saludos y gracias por la visita!!