A medio camino y con viento en contra, Rodolfo quiere abandonar el trineo, abandonar la manada, buscar otra y encontrar un nuevo uso a su nariz. Cuando despierta, el viejo Noel y todos los renos exclaman: ¡feliz navidad! Esta vez Rodolfo sí se despierta, asustado, y pregunta a su madre por Noel. ¿Noe… quién?, dice su madre, conteniendo la risa. La alegría de su madre logra calmar al cervatillo, quien vuelve a dormirse sin sospechar nada de su brillante nariz.