A último centímetro, los dedos deciden no tocarse. Cada cual regresa a su mano, a su puño, unos al bolsillo de una chaqueta, otros resisten con guantes la intemperie. Aquí en el bolsillo derecho los dedos juegan entre platas y plásticos. (Las esquinas, ingenuas, los aguardan con trampas de chicle y pelusa). Las uñas, opacas, se frotan contra la tela, ¿buscan brillo o abrigo? Del otro bolsillo apenas nos llega un bulto móvil, quizás danzante, quizás robótico… [fuera, cuerpo de hombre y de mujer avanzan paralelos hacia alguna parte].