la atrapo mirándola, antes no. contra mi voluntad, la dejo escapar a cada pestañeo, sin darme cuenta de que acabo de ser cazado. su sonrisa como anzuelo, me atrapa de pie y olvido la razón de mi andar. sigo el rastro del anzuelo pero freno abruptamente, al verla sonreír hacia algo detrás mío. cuando doy vuelta, mi muerte empieza desde la punta de mi nuca.