y aún hoy me pregunto si ése era tu nombre. no es desconfianza. antes de dudar de la palabra, dudo de mi oído y todas las sílabas que puede captar. dudo de mis orejas e invento juegos de espejos para descubrir si algo anda mal. los reflejos casi dicen algo; el oído es un espacio sin paisajes; mal sitio para encontrar memoria. a veces imagino tu labio en medio de mi pestañear, azul unas veces, otras verde, brillantemente colorido… no sé si son los colores originales, o pigmentos repentinos causados por el sueño. dentro de los secretos de tus labios está tu nombre. no sé qué sentido me brinda esa certeza, seguramente se trata de un acto de fe. dudo de mi oído, pero quiero creer que en una combinación de aire salió tu nombre, llegó hasta mí, hasta mi oído, en medio de tantas, tantas orejas.