Sin planearlo o siquiera proponérmelo, me veo en la obligación de hablar sobre la vida. Aún no empiezo, y ya alguien murmura mentiroso. Callo un momento. Lo miro. Me dejo atravesar por su mirada: en parte, tiene razón: ¿cómo puedo pretender estar vivo si ni quiera tengo un cuerpo? Si ahora pronuncio mi discurso desde el suelo, se debe al cambio de circunstancias. Antes, varios de ustedes se cubrían del sol bajo mis ramas. Antes, mi vida se rodeaba de sus vidas, y así, entre gritos, sonrisas y susurros, yo tenía la impresión de soñar un poco, y ser confidente de un algún secreto. Hoy mi sombra está dispersa entre otras sombras, y esto me basta para sonreír desde el suelo, atrapar un ojo conmovedor y arrancarle una lágrima verde.
lindo !! 🙂
gracias! espero que los siguientes cuentos de la serie te sigan gustando 🙂