Con la inspiración sucede algo muy gracioso: o está a punto de desaparecer (reemplazada por el excesivo ejercicio literario), o es algo inalcanzable para el humano promedio (porque quienes la tienen son extraordinarios).
Mal que mal, la inspiración tiene un poco de ambas, y hay que perderle miedo. Como mencioné en un post anterior, tenemos una forma única de vivir y hay que aprovecharla. Nuestro estilo, nuestras historias, finalmente se basan en nuestra forma de sentir, o en algo que que sentimos en determinado momento.
Dicho esto, suena contradictorio pero la inspiración es algo que se trabaja. Sí, los ejercicios literarios pueden ser de gran utilidad, no obstante, hay que buscar otras actividades que nos fuercen a pensar diferente. Hacer algo nuevo, algo absurdo… algo que nos libere de la rutina, en acción y contexto, si es posible. Un ejemplo extremo de esto podría ser el filme Yes Man:
En lo que a inspiración se refiere, voy a referirme a mí, no por egocéntrico sino porque a veces, al enseñar un cuento, me preguntan ¿en qué te inspiras?, y tiendo a responder con evasivas. Por un lado, a veces son elucubraciones, o conclusiones que difieren de una hipótesis ajena. Por otro, son perturbaciones o deseos personales que me gusta explorar de forma artística.
¿Cómo encontrar la inspiración? Pensando diferente, pensando en ti, recordar que eres único e intentar algo nuevo, que sacuda tus neuronas y refresque tu corazón.
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