Escuchas una voz que recorre las piedras hacia ti, cada grieta un desfiladero. Es temprano, el sol parece atravesar los peñascos (aún más el interminable empedrado de la playa). La luz te sorprende con toda su potencia en tu hábitat de roca, y corres entre las grietas, huyendo del ojo cuyos rayos están por atraparte. Resbalas hasta una superficie bicolor donde te atascas y piensas suicidarte pero lo olvidas. Unos enormes labios se deslizan cerca… caes: tus pequeñas extremidades acaban de descubrir un húmedo tobogán. Te hundes a tal velocidad, creyéndote en un tubo de neón interminable… Mueres en la arena, hasta que abres la puerta del microondas y empiezas a terminar tu desayuno.
Muchisimas gracias por pasarte por mi blog (aunque me ha costado un poco encontrar tu comentario porque estaba un poco escondidillo…)
Nunca me habia parado a pensar cuan complicada puede ser la vida de un desayuno… y que odisea de microondas…:)
microondas, solarium y cuerpos
otro modo de lucir perfectos:)
felicitaciones, un relato bastante original
con dejos de posibles desarrollos hacia un mundo surreal
gracias por tu huella en mi espacio
sé siempre bienvenido
ten una semana genial
Somos especialistas en intentar ir con los tiempos, pero hay alguien que realmente lo consiga’??
Saludos y un abrazo.